Haz lo siguiente por la mañana temprano: sitúate frente al espejo más grande que tengas en tu casa (por ejemplo, el del baño), puesto que necesitas verte sin limitaciones. Una vez allí, abre tus brazos y dile a la vida: «Estoy listo para recibir cuanto deseo».
¿Cómo te sientes después de hacerlo? ¿No resulta estimulante empezar así el nuevo día? Una vez más:
«Estoy listo para recibir cuanto deseo».
¿No es maravilloso? Acabas de dar el primer paso.
Desde este momento, un proceso se ha puesto en marcha. Has enviado un mensaje al centro del Universo. Obtendrás una respuesta desde las estrellas. No te importe cómo ni cuándo: tú necesitabas aceptarlo y el Universo precisaba saber que estás abierto a recibirlo. Por fin se han puesto de acuerdo.
Añade otros gestos simbólicos a tu vida. Tu subconsciente los interpretará a la perfección y trabajará para convertirlos en una realidad. Después, los resultados van a superar las expectativas, cobrarán vida propia, vencerán cualquier obstáculo y se perpetuarán.
¿Es tan sencillo? Sí lo es, aunque ello no significa que sea fácil, por la razón de que antes es preciso cambiar algunas creencias, lo  que supone, a su vez, vencer una serie de resistencias naturales e intrínsecas.
A ese primer paso, frente al espejo, le siguen otros.
Realiza tus afirmaciones durante la jornada. Repítelas -en voz alta o en silencio- cuando conduces, cuando te duchas por la mañana o cuando te relajas tomando un café: «La vida me ha creado para que la viva en plenitud». «Estoy abierto a recibir todo lo bueno de la vida».
«Merezco un pequeño milagro».
Cada una de esas afirmaciones es mucho más que una «tirita» sobre las viejas heridas del corazón. Actúa como una píldora de prosperidad y se convierte en un pronóstico del futuro próximo.
Añade otras afirmaciones; elige aquellas con las que te sientas mejor. Construye de este modo tus propias creencias. Repítelas hasta fijarlas en el subconsciente.
Especifica fechas y cifras. Utiliza en tus afirmaciones elementos que indiquen que se trata de algo gradual, pues de otro modo crearías inconsistencias, entre el estado presente y el deseado, que la mente rechazaría. Por ejemplo, utiliza: «empiezo a», «cada vez más», «poco a poco voy», etc. y conjúgalas en el tiempo verbal del presente, ya que es el único que entiende el subconsciente.
Afirmar significa hacer firme un propósito; es una auténtica declaración de intenciones. De hecho, las afirmaciones no son algo nuevo en tu vida. Todos las hacemos a diario -aunque sin apreciarlo- en nuestro diálogo interior. El diálogo interior tiene la misma voz que ahora está leyendo esta página.
A través del filtro del lenguaje, interiorizamos el mundo externo. El lenguaje es el vehículo del pensamiento. Por esa razón resulta tan importante lo que expresa esa voz interior.
Los problemas surgen cuando de manera inconsciente no filtramos los pensamientos que ponemos en nuestra mente, puesto que muchas de las afirmaciones de nuestro diálogo interior están formuladas en negativo. Con frecuencia, contienen expresiones como: «no puedo…», «nunca…», «algún día…», «tengo que…», «pero…» o «debería…». Esos pensamientos son vías cortadas, callejones sin salida y direcciones prohibidas que impiden el paso.
Y lo peor de todo es que se repiten casi a diario. ¿Ves dónde empiezan las dificultades?
Trabaja en tu diálogo interior expresándolo de un modo constructivo. Tu subconsciente tomará nota y se pondrá manos a la obra. Encontrará la manera de hacer realidad los propósitos de la mente consciente. No le importa si lo que dices es real o no; lo acepta y, de alguna manera, prepara tus experiencias en consonancia. De hecho, el subconsciente no trabaja con las palabras, sino con el significado que hay detrás de ellas.
Afirmar también es lo que nos dicen los demás cuando nosotros lo aceptamos y lo creemos a pies juntillas.
Revisa lo que llega a ti, puesto que no todo es verdad.
Mantén un diálogo interior constructivo. Después de todo, ya escuchaste un largo sinfín de afirmaciones negativas en boca de los demás o en la tuya propia.
Cuando éramos niños, recibimos miles y miles de negativas. Todos esos «noes» programaron muchas limitaciones que todavía hoy se mantienen en el subconsciente y que se resumen con los tan socorridos: «no puedo», «yo soy así», «no puedo evitarlo» o «así son las cosas».

No permitas que nada ni nadie te haga sentir menos de lo que eres; ni siquiera tú mismo.