Después de la última conversación con mi “guía” esta frase rondaba en mi mente. “El amor es la respuesta.” Si lo que nos faltaba era amor, tal vez podíamos empezar a darnos amor unos a otros. Me pareció una conclusión brillante…
– Brillante sí, pero incompleta – me contesto. La frase debe ser: “El amor por uno mismo es la respuesta”.
– Muy egoísta ¿no?
– Claro que sí. El egoísmo es una virtud, no un defecto como te han hecho creer.
El verdadero amor solo es posible entre dos personas completas. Si unes a dos personas con un vacío en su interior, lo que tienes es la receta perfecta para la codependencia. Que es lo contrario al amor.
Una le estará exigiendo a la otra que llene el vacío que tiene y la otra hará lo mismo. Ninguna de las dos tiene nada para darle al otro.
-Un mendigo pidiéndole a otro mendigo.
-Eso es lo que pasa en las relaciones “amorosas”.
Lo que llaman amor es una especie de acuerdo en el que posees a alguien y esa persona te posee.
Como has basado tu valía en la otra persona, vives aterrado, controlando cada uno de sus movimientos, celoso, inseguro.
Has sacrificado tu libertad por la comodidad y por la ilusión de se­guridad. Firmas un contrato en el que te comprometes a estar con tu pareja hasta que la muerte los se­pare, sin importar que ya no la ames, sin importar que tu relación sea un martirio, sin importar que hayas sacrificado tu individualidad, tu propia vida. Es más im­portante para ti tener a alguien a tu lado que ser feliz.
-Los dos se necesitan.
– Así es, sin embargo, no puedes amar a nadie si le necesitas. Si le necesitas entonces le soportas todo, te humillas y te traicionas a ti mismo con tal de que no se vaya. Si la necesitas le controlas, le manipulas no porque la ames sino porque tienes intereses invertidos en ella.
–  Y por eso los eternos conflictos. Siempre queriendo que la otra persona sea como queremos que sea. Que haga lo que nosotros queremos que haga.
Así es, querer poseerla y eso, mi amor, es una falta de respeto terrible. No podemos poseer a nadie ni nadie puede poseernos. Somos individuos, no cosas; somos emperadores, no esclavos.
– Ahora entiendo lo que dices de ser el principio y fin de mi existencia: Para poder amar y respetar al otro, necesito primero llegar a amarme y aprender a respetarme.
– Así es, estar sano, fuerte, completo, satisfecho. Tener algo que compartir en la relación. Estar lleno de amor por ti mismo, tan lleno que te sobre para darle a los demás.
– Necesito sentirme merecedor de ese amor que me ofrecen o buscaré segundas intenciones. No podré comprender que alguien me ame, si yo mismo me desprecio.
– Claro, si tú te odias, y hay alguien que quiere amarte, desconfías de ella. “no puede ser” piensas, “o está loca o ciega ¿Qué no puede ver que no valgo nada?”.
– Así como me la paso menospreciándome y criticándome a mí mismo, lo hago con ella. Necesito estar primero en paz conmigo mismo para poder estar en paz con alguien.
– Ya lo entendiste. Quieras o no, todo empieza y termina en ti. Si eres tu peor enemigo, ¿Cómo explicas que alguien sea amable y amoroso contigo? Si tú mismo no te bajas de inútil y bueno para nada.
– Se necesita de mucha madurez para amar. Bueno ¿y todas las películas románticas y todas las canciones de amor?
– Todas hablan de codependencia, no de amor.
– Ja, ja, ja. No te creo.
– ¿No? “…sin ti me muero… eres mi razón de mi existir… si te vas te llevas mi alegría y mi felicidad… no soy nada sin ti… tu llenas mi vida… ‘
– Muy bien, muy bien, estoy de acuerdo.
– La gente aprende lo que sabe del amor a través de las películas, de las canciones, de las revistas románticas y las nefastas telenovelas. No se dan cuenta que ese modelo que presentan ahí es un insulto a su integridad
– La protagonista de las comedias soporta engaños, injusticias y abusos. Todo por el supuesto amor que siente por el galán.
– Lo soporta todo porque no tiene centro, no tiene amor propio. Porque es terriblemente codependiente.
– Así que el “amor de tu vida” es otra zanahoria, Otra solución equivocada a nuestro vacío interior.
– Exacto. Una zanahoria más. Solo dos emperadores pueden amarse, dos personas plenas y completas. Dos personas conscientes. Y de esas… hay muy pocas.